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La Estatua de la Libertad en la Costa Azul
Tranquila y agradable, la pequeña Saint-Cyr-sur-Mer es un remanso de paz en los meses invernales. Sin embargo, durante el verano bulle de gente y animación. El corazón de la ciudad es la Plaza Portalis, presidida por su famosa Estatua de la Libertad, réplica en tamaño reducido de la que se alza en la bahía de Nueva York. En la base se puede ver la firma del autor, Fréderic Auguste Bartholdi. La estatua fue un regalo que el rico vecino de Saint-Cyr, Anatole Ducros, hizo en 1913 a la ciudad. Está construida en hierro fundido recubierto con una fina capa de oro. La Plaza del 11 de noviembre es otro de los rincones que invita al relax y el paseo sosegado, con sus palmeras, sus bancos a la sombra... si no fuera porque se encuentra junto al ruidoso bulevar Jean Jaurés. Tampoco hay que perderse el Parc Franck Leboeuf, en el mismo centro. Su jardín de salvia tiene un gran interés botánico e invita a los visitantes a conocer la diversidad de colores, formas y olores que ofrece esta planta aromática. Una caminata por Saint-Cyr-su-Mer es auténtico un placer para los sentidos.
La playa de Les Lecques
Si algo ha dado fama a Saint-Cyr son sus magníficas playas. La localidad tiene varias de arena blanca y fina y pequeñas calas que se van sucediendo en una maravillosa ruta costera que se puede recorrer a pie, en bicicleta, en moto... La playa de Les Lecques es la más conocida y frecuentada de Saint-Cyr. Está situada en una pequeña bahía. Con dos kilómetros de longitud, la abrazan las colinas de la Roca del Águila, con sus formas caprichosas y escultóricas, y las montañas Baumelles, cubiertas de vegetación. Erguido sobre una roca de difícil acceso se eleva un antiguo castillo. Aunque la mayor parte de los días sus aguas son tranquilas, cuando sopla el viento las olas pueden alcanzar fuerza y altura, por lo que Les Lecques es un buen lugar para los amantes del surf. La playa está muy cuidada y tiene todo tipo de servicios, desde vigilancia a duchas y wc. El acceso hasta ella es fácil y cómodo, pues cuenta con infinidad de aparcamientos y elementos adaptados para las personas con discapacidad. También hay una zona con instalaciones deportivas... Se trata, en definitiva, una playa familiar de primera categoría.
La senda de la costa
Madrague y Port d´Alon son otras dos de las zonas de baño más bonitas de Saint-Cyr-sur-Mer. Ambas se encuentran en un bello sendero que sigue la línea de la costa y recorre una serie de calas con pinares, pequeñas playas solitarias bien protegidas del viento, como Pippin, el Resquilladou y Engraviers. Realizar esta ruta a pie es bastante fácil y muy recomendable: son 12 kilómetros de sorprendentes paisajes, de impresionantes vistas. El sendero consta de dos etapas. La primera discurre entre La Madrague-Port d´Alon y la segunda desde Port d´Alon a Bandol. La etapa inicial comienza a la salida del pueblo de Madrague, un pequeño rincón del paraíso con magníficas panorámicas a la bahía de Lesques y La Ciotat. A medida que se avanza y asciende, se contempla la sucesión de picos que jalonan la línea costera: Pointe Grenier, Pointe Fauconnière, Pointe des Trois Fours , Pointe du Defens...
Del Port d'Alon a Bandol
La llegada al Port d'Alon es una de las paradas más estimulantes de la ruta. Situado en un entorno típicamente mediterráneo entre pinos y palmeras, este rincón de la costa es un remanso de paz con una naturaleza en estado puro. Aunque su cala no es de arena fina sino de guijarros, la transparencia de las aguas y el bello pinar que la rodea superan con creces cualquier expectativa. Ese mar tan limpio y luminoso permite disfrutar de sus fondos sin apenas sumergirse. Bastan unas aletas, unas gafas y un tubo para contemplar la riqueza marina a pocos metros de la superficie.
Llegar hasta aquí caminando es un auténtico placer, pero si se quiere hacer el camino por carretera, se puede tomar la D559 entre Bandol y Saint Cyr. Después de un relajante baño y un picnic bajo los pinos, se sigue el sendero hacia Bandol, último punto de la ruta. Antes de llegar se dejará atrás la Pointe des Engravier, el islote “La galera”, con forma de submarino, y de ls isla Rousse al fondo, recortada en el horizonte.
Museo Tauroentum
Si el patrimonio natural de Saint-Cyr-sur-Mer es impresionante, no menos interesante es su patrimonio histórico, sus centros de arte y sus museos, entre los que destaca el Tauroentum. Según cuenta la leyenda, en el siglo V aC un barco naufragó frente a bahía de Lecques. El navío portaba un mascarón de proa con la cabeza de un toro, dando el nombre de Taurois a la aldea griega, y de Tauroentum al asentamiento establecido posteriormente por los romanos en el siglo I dC. Sobre este se creó en un villa marítima que extendía sus límites hasta el mar. Un pequeño terremoto en el siglo III y las invasiones bárbaras aceleraron el proceso de abandono. En 1969 se crea el actual museo en la zona donde se encontraba la villa. Entre sus tesores, caben destacar sus magníficos mosaicos, parte de las columnas que formaban un gran pórtico y una gran colección de objetos encontrados en el lugar: ánforas, lámparas de aceite, monedas, objetos de vidrio, etc. Mención especial merece una importante muestra de diferentes tipos de arquitectura funeraria, desde mausoleos a columbarios, urnas, altares votivos... Más información: Museo galorromano de Tauroentum.
131, route de la Madrague.
www.museedetauroentumsaintcyrsurmer.fr
Centro de Arte de Sébastien
El artista multidisciplinar francés Gabriel Sébastien Simonet da nombre a este centro que recoge una importante colección de obras donadas a la cuidad de Saint-Cyr. La exposición permanente consta de 182 piezas, entre pinturas, acuarelas, dibujos, bronces, terracotas y cerámicas. Una gran muestra del prestigioso artista parisino del siglo XX. El centro de arte también acoge exposiciones temporales de artistas contemporanéos como Miró, o de maestros de la pintura provenzal, pintores haitianos, búlgaros...
Más infomación: 12 Bd Jean Jaures.
Tel. 04 94 26 19 20.
El departamento de Var
Saint-Cyr-sur-Mer está enclavado en el departamento de Var, una zona privilegiada que cuenta con un litoral excepcional donde se suceden playas de arena fina, cabos rocosos, calas salvajes, islas casi intactas, y, ¡oh lalá!: la maravillosa Costa Azul. Pero si su paisaje marino es una auténtica belleza, el interior no le va a la zaga. Var es el departamento más boscoso del país después de Las Landas. Cuenta con nada menos que 341.000 hectáreas de arbolado, a las que se suman extraordinarios espacios naturales -como el Cañón de Verdon-, y pueblecitos deliciosos en los que se puede disfrutar de la famosa cocina provenzal. ¿Quién puede resistirse a semejantes encantos?
Paisaje de viñedos
Pero si hay un paisaje interior típico de Var es el de sus viñedos. Côtes de Provence, Coteaux Varois y Vins de Bandol son las tres Denominaciones De Origen Controlado (DOC) que dan renombre a los vinos de esta zona, productora de buenos rosados, aunque también de tintos y blancos. La cultura del vino es un bien patrimonial que se intenta preservar en las localidades de Var y transmitir al turismo a través de visitas guiadas a los viñedos y las bodegas, así como reconvirtiendo antiguos molinos o almazaras en salas de exposición, museos, etc.
Toulon a dos pasos
A media hora de Saint-Cyr-sur-Mar está la ciudad portuaria de Toulon, que concentra la vida de la localidad alrededor de su dársena antigua y el muelle Cronstadt, un lugar lleno de animación, de tiendas y cafés. En el casco antiguo, pintorescas calles y plazas con terrazas al aire libre ornamentadas con bellas fuentes, como la más famosa: la de Los tres delfines que preside la plaza Puget. No hay que perderse el ambiente del mercado provenzal del Cours Lafayette, desbordante de colorido, y aprovechar la ocasión para probar la famosa sopa bourride, especialidad de la ciudad, compuesta de pescado blanco y alioli... Toulon, sin duda, merece una visita.
Redactor :
Marion Rouillot
