Visitas destacadas
Iglesias y casas con fachadas de azulejos
La ciudad es luminosa y llena de encanto. Recuerdo de su pasado, quedan bellas casas señoriales con las fachadas decoradas con los tradicionales azulejos, o pintadas de colores intensos: verdes, azules, amarillos… Sus agradabes parques y jardines invitan al paseo y a la relajación. El más conocido es el Jardin de la Republica, muy cerca de su iglesia principal. Porque en Almeirim también hay iglesias que merecen la visita. Sencillos templos, como el de San Juan, edificado en el siglo XVI, encalado y realzado con piedra gris de la zona, que desde su fundación hasta nuestros días ha pasado por diversas transformaciones. En su interior alberga una sola nave, las imágenes de Jesús de los Pasos y la de San Juan Bautista, que dan el nombre a la iglesia. Otro Juan, el rey Juan III, ordenó construir en 1527 la iglesia y el hospital de Nossa Senhora da Conceição, unida a la iglesia del Divino Espirito Santo, sede de la Orden Terceira de San Fancisco, donde había una cofradía de la que formaban parte la reina y los infantes portugueses, el Duque de Braganza y varios hidalgos de Lisboa. Tenía como finalidad socorrer a los pobres y las viudas de los soldados que habían muerto por la patria.
Bellos palacetes y villas señoriales
Almeirim fue en otros tiempos lugar preferido por los reyes de la dinastía de Avis, debido a la abundancia de caza: palacios y palacetes, testimonios patrimoniales de la riqueza de otros tiempos. Sin duda, el principal es la Quinta da Alorna, del que se da cumplida información a continuación. Pero tampoco hay que olvidarse del palacete del Casal Branco (famoso por haber sido palco de divertimientos tauromáquicos del Rey D. Miguel), o el de la Quinta de Santa Marta, o el Pórtico de Pazo de los Negros, en la Raposa, donde se encuentra lo que quedó del Pazo rehecho por D. Manuel I. Paço dos Negros da Ribeira de Muge se llama así porque fue junto a esta ribera donde estaba ubicada la residencia real. La palabra “negros” tiene su origen en los esclavos que formaban parte de la hacienda, y que con el tiempo se establecieron y tuvieron descendencia dentro del propio pazo. Edificado en un lugar pintoresco, al Palacio se tenía acceso por una puerta amplia abierta en una pared, y la parte superior estaba rematado con almenas y adornado con el escudo y las armas reales. Hoy solo queda la fachada y seis almenas de estilo manuelino.
Quinta da Alorna
Antes de partir para la India como vicerey, D. Pedro de Almeida, I Marquês de Alorna, mandó construir en 1725 un palacio que sería protagonista de grandes acontecimentos históricos y culturales. D. João, su hijo, hizo plantar viñedos y olivos para producir vino y aceite, y construyó un jardín bellísimo, que imitando los modelos franceses, tenía puentes levadizos, lagos, grandes zonas de arbolado y setos de boj. En la actualidad, la Quinta da Alorna está compuesta por tres empresas gestionadas por la familia Lopo de Carvalho. Una sociedad agrícola propietaria de las otras compañías en el grupo formado a principios del siglo XX. Quinta da Alorna vinos Ltd. es responsable del desarrollo de la actividad principal del grupo, que consiste en la producción y comercialización de vinos. Pero el antiguo palacio a la orilla del río Tajo destaca no sólo por los vinos que produce, sino también por sus espacios naturales. Con una superficie total de 2.800 hectáreas, la finca ha diversificado sus áreas de negocio basándose en principios de sostenibilidad, responsabilidad social y conservación de la naturaleza. Es un lugar obligado si se visita Almeirim, ya que a la belleza arquitectónica del palacio se une la de sus cuidadísimos jardines y la opción de comprar buenos vinos portugueses. Más información: http://alorna.pt
La sopa da pedra
Embutidos, productos hortícolas, buenos vinos… Almeirin ofrece, como toda esa parte riotejana de Portugal una excelente gastronomía y muchos turistas llegan a la población desde otras partes más conocidas del país luso para probar su afamada “sopa da Pedra”. La sopa de la piedra, tal es su nombre en castellano, deriva de una antigua leyenda que se ha extendido en toda la región: la de aquel monje que pidió a un avaro agricultor algo con que pudieses hacer una sopa. Como este hizo caso omiso, el fraile le dijo que la sopa sería frugal, solo necesitaba un cazo para hervir agua y conseguir hacerla. El agricultor procuró el cazo y el monje colocó una piedra dentro y al probar la “sopa” sonrió. Tal gesto dejó atónito al agricultor que quiso probarla también. A lo que el monje respondió que, aunque estaba buena, quedaría mucho mejor si tuviese un poco de chorizo o tocino. Así fueron aumentando las viandas en la cazuela con más y más ingredientes: coles, patatas, habichuelas, zanahorias… La sopa, bulle que te bulle, quedó deliciosa y el reparto se hizo en conjunto. Pero el monje se quedó con la piedra con el fin de usarla para la próxima sopa. Ahora, no se puede visitar Almeirin sin poblar ese caldo tradicional que se sirve en muchos restaurantes.
Santarém: un tesoro muy cercano
A poco más de 6 km de distancia de Almeirim, justo en la otra orilla del Tajo (Tejo, en portugués) se encuentra la ciudad más importante de la provincia, Santarém. Bañada por este río compartido con España, es una localidad típicamente portuguesa que sorprende a cada paso por sus calles blancas y su increíble riqueza patrimonial. Desde una atalaya, un lugar estratégico para la defensa, está su magnífico castillo que formaba parte de la llamada Linea del Tejo en épocas medievales. La fortaleza estaba conformada por toda una red de murallas y de otras construcciones defensivas de las que aún quedan bastantes restos. Otra de las grandes construcciones en Santarém es la Igreja de Nª. Srª. da Conceição, o lo que es lo mismo, la catedral de la ciudad. Fue construida en los siglos XVII y XVIII sobre las ruinas del Paço Real. Su imponente fachada es maneirista y el interior barroco de una sola nave con capillas laterales. Otras iglesias importantes son la de Graça y la del Milagro, así como el convento de San Francisco. No hay que dejar de visitar tampoco sus afamadas “tabernas” o restaurantes típicos, donde probar las delicias de la tierra con los vinos riotejanos: Taberna do Quinzena es una de las más conocidas.
Reserva Natural do Cavalo do Sorraia
Si se sale de Almeirim en dirección norte se llegará en tan solo 2 km a la Reserva Natural do Cavalo do Sarraia. Comprende una superficie de cerca de 40 hectáreas y está dedicada a la conservación y divulgación de la raza portuguesa de caballos así denominada Cavalo do Sorraia o también Cavalo Ibérico, que tiene orígenes ancentrales y está en vías de extinción. En todo el mundo existen menos de dos centenares de estos caballos. También se puede visitar en la reserva la Cabana do Sorraia, una terraza situado entre eucaliptos, donde respirar el aire fresco del campo.
Alpiaça y sus yacimientos arqueológicos
También al norte, Alpiaça es un municipio muy interesante desde el punto de vista arqueológico por los vestigios de presencia humana que hay en la zona desde el paleolítico inferior. En concreto, los de Vale do Forno. Otros yacimientos son los del Alto do Castelo, de Barreiro do Tojal, del Valle da Caqueira, de la Quinta do Outeiro, del Valle da Atela, de Barreira da Gouxa y del Valle dos Extremos. A ellos se unen restos romanos, que se relacionan directamente con una de las vías romanas en dirección a Mérida, habiéndose encontrado varios marcos milenarios dedicados al emperador Trajano.
Casa-museo de Los Patudos
Construida en 1905 según el proyecto del arquitecto Raul Lino por petición de José Relvas. Relvas, uno de los fundadores de la República, coleccionista de arte, músico de renombre y “agricultor noble” donó su casa al municipio de Alpiarça en 1929 a condición de que se convirtiera en un museo que recogiera su rica colección. Obras de arquitectura, pintura, escultura y artes decorativos de varios autores de referencia desde la Edad Media hasta principios del siglo XX. Desde 1960 está abierto al público. Más información: http://www.anmp.pt/anmp/pro/mun1/mus102w2.php?Scod=16
Puente romano de Muge
En el bonito concejo de Salvaterra de Magos, sobre la ribera del río Muge se mantiene en perfecto estado de conservación el puente romano que lo atraviesa. Algunos vestigios arqueológicos denotan la importancia que en su día tuvo este enclave como cruce de caminos y punto de comunicaciones y la villa romana que aquí se desarrolló y su producción cerámica. El puente ha sido restaurado y fue alterado durante la Edad Media, como puede observarse por sus arcos de menor dimensión.
