Presentación
Sant Antoni de Portmany es la segunda localidad en importancia de Ibiza, isla perteneciente al archipiélago de las Baleares, en España. Situada en una bella bahía, son proverbiales sus espectaculares puestas de sol, sus bellas playas y su “loco” ambiente en los meses del verano, en los que se triplica su población. Si hasta hace algo más de cincuenta años este pueblo se dedicaba exclusivamente a la agricultura y la pesca, hoy es un importante centro vacacional que recibe turismo de todas partes de planeta y basa su economía en este recurso, ofreciendo excelentes servicios. Además, Sant Antoni es un buen punto para establecer el “campamento base” desde el que conocer las bellezas naturales que toda la isla encierra: sus pueblecitos, sus paisajes, su mar azul turquesa… Un trocito de paraíso en la tierra.
La localidad de Sant Antoni de Portmany pertenece (de mayor a menor) a la comunidad Islas Baleares y a la provincia Islas Baleares.
Visitas destacadas
Rebautizada por los romanos como ‘Portus Magnus’, con ese nombre hacían referencia al puerto natural más grande de Ibiza. De gran belleza, una buena parte de la misma la recorre el Passeg des Fonts, o Paseo Marítimo, donde se desarrolla la vida de la ciudad. Con gran variedad de plantas, enormes fuentes que se iluminan cuando cae la tarde y un ambiente animado las veinticuatro horas del día, el Paseo Marítimo es centro neurálgico en el que se dan cita pintores, artesanos, vecinos y foráneos, y donde se concentra el mayor número de tiendas, bares, terrazas y restaurantes por metros cuadrado. Recorre las playas de s’Arenal y es Pouet hasta llegar al centro cultural Sa Punta des Molí, en el que se levanta el flamante auditorio al aire libre, así como una sala de exposiciones con una variada e interesante oferta cultural. También es el mejor lugar para ver el gran castillo de fuegos artificiales con que se celebra la fiesta de San Bartolomé, el 24 de agosto. Cabe además mencionar el importante puerto de Sant Antoni de Portmany, el más cercano a la península, en concreto a la localidad de Denia. Incluye actividad pesquera, náutico recreativa y mercantil. Desde aquí salen numerosos barcos y excursiones a las playas y calas de toda la isla.
Nada más entrar a la localidad encontramos una escultura que es la tarjeta de presentación de la isla. Se trata de El huevo. Levantado en 1992 para celebrar el Quinto Centenario del descubrimiento de América, recuerda a Cristóbal Colón y apoya la tesis del origen ibicenco del navegante. El huevo, de hormigón armado y seis metros de altura, tiene un hueco en el centro que alberga una réplica en hierro de 2,8 metros de largo de la nave Santa María, cuya proa apunta hacia América. La idea partió del escultor local Antonio Hormigo, el artista y arquitecto Julio Bauzá diseñó el proyecto y forjó la réplica de la Santa María, y Julio Ojeda realizó las maquetas. Además de este icono de la ciudad, el monumento más importante de Ibiza es la Iglesia parroquial de Sant Antoni. El templo, una antigua fortaleza de gruesos muros, fue edificado en el siglo XIV y cuenta con una torre de planta poligonal. Por último, cabe destacar dos monumentos que rinden homenaje a los trabajos tradicionales de Sant Antoni en el pasado reciente y están dedicados al payés, campesino balear, y al pescador.
Sant Antoni tiene muchas y muy variadas playas. Las hay con un multitudinario ambiente festivo y, por supuesto, mucho “tranquilas”, a las que suele ir la población de residentes y familias. Las primeras están volcadas enteramente en un turismo joven, de origen británico en su gran mayoría, que llena de ruido y locura las tardes y las noches playeras. Están situadas en la zona de copas denominada West de Sant Antoni y son la playa de Es Pouet, la playa de Sant Antoni, ambas urbanas, a las que no hay que desplazarse desde el centro y que cuentan con todo tipo de servicios, y en menor medida, la playa de Es Caló des Moro. Si se prefiere disfrutar del mar, del silencio y de la paz de la isla, lo más recomendable es dirigirse a la playa de Cala Gració, que se encuentra casi dentro del núcleo úrbano. Es abrigada, de unos cincuenta metros de largo y con escaso oleaje. Junto a ella está la playa de Cala Gracioneta. Alejadas de complejos hoteleros, son ideales para el baño y el ambiente familiar. También son muy recomendables Cala Salada y su vecina Cala Saladeta. Entre ellas existen unas cuantas playas de dimensiones muy reducidas, solitarias y paradisiacas.
Ibiza en una isla de cuevas y en el municipio de Sant Antoni se encuentran algunas de las más interesantes. De obligada visita es la cueva de Santa Agnés (Santa Inés), catacumba en tiempos del Imperio Romano que servía de refugio a los primeros cristianos. Excavada en la roca, da acceso a la capilla dedicada a la santa. El Acuarium de es Cap Blanc, popularmente conocido como “cova de ses llagostes”, es una preciosa cueva natural con salida al mar, que en el pasado se utilizó como vivero de peces y langostas. Convertida en acuario a finales de los 80, hoy muestra las principales especies del mediterráneo ibicenco y también es utilizada por el Centro de Recuperación de Especies Marinas (CREM), principalmente de tortugas marinas. http://www.aquariumcapblanc.com. La cueva de ses Fontanelles alberga una interesante colección de pinturas rupestres. Situada en una zona escarpada entre sa Forada y el Cap Nono, a la que se accede desde Cala Salada, también recibe el nombre de sa Cova des Vi (cueva del vino), ya que sirvió de bodega. Al interés del lugar se añade el atractivo paraje de acantilados a lo largo de todo el municipio, siguiendo la costa hacia el norte.
Sant Rafel de sa creu y Sant Mateu d’Albarca son dos pueblecitos del municipio que merecen una visita. El primero es el único de la isla declarado ‘Zona de Interés Artesanal’. Como muestra de ello, en Sant Rafel hay infinidad de tiendas donde se pueden adquirir desde las clásicas espardenyes, calzado típico de la isla, a cualquier producto elaborado con técnicas antiguas. Otros alicientes de la visita son su iglesia del siglo XVIII, su gastronomía y las carreras de trotones en su hipódromo. Muy cerca de la población también está la Pou de Forada, en dirección a Santa Agnés. Fechado entre los siglos II aC y I dC, este pozo de gran profundidad rara vez se seca, por lo que era muy utilizado como abrevadero para los animales en tiempos de sequía. Desde Sant Mateu, conocido por su producción de vino, se puede ir hacia Ses Torres d’en Lluc, un yacimiento arqueológico integrado por dos antiguas torres y una muralla medievales. La localidad de Sant Mateu se ha salvado de la vorágine turística: está compuesta por pequeñas plantaciones pegadas unas a otras entorno a la iglesia. Destaca el mirador de Cala d’Albarca, zona formada por pinares que se extienden sobre acantilados de enorme belleza.
Con un paisaje típicamente mediterráneo e inmersa en un fértil valle agrícola, se encuentra la pequeña población de Santa Agnés de Corona, de apenas dos calles. Los alrededores son tierras de cultivo salpicadas de casas payesas. La iglesia, blanca y de una belleza sencilla, se finalizó a principios del siglo XIX. Está rodeada por una plaza que termina en la parte posterior con la entrada al cementerio. Lo más recomendable es visitar Santa Agnés durante el mes de febrero, en el que el valle se cubre de blanco y rosa debido a la floración de los miles de almendros que hay plantados en la zona. ¡Todo un espectáculo!
La importancia de los molinos en la forma de vida de la isla de Ibiza queda demostrada por todos los que aún quedan diseminados a lo largo del territorio. Blancos y magestuosos, la mayoría se han recuperado y sirven como museos o centros de exposiciones. En la bahía de Sant Antoni, en sa Punta des Molí concretamente se halla un importante conjunto de edificios tradicionales, compuesto por un molino centenario, una noria, una sala de exposiciones, una antigua almazara y un auditorio. El Molino de Buenavista fue construido en 1818 y a él acudían todos los vecinos del municipio y de otras localidades para moler trigo y cebada, guisantes, habas o avena para los animales. Está en el Paseo Marítimo, s/n. En verano, abre de 17 a 21 horas.
Se pueden disfrutar, sin duda, desde Ses Variades, un tramo de costa rocosa integrado en el Paseo Marítimo de Sant Antoni. En los bares y terrazas cercanos y en la misma playa se concentran miles de turistas que esperan el momento mágico en el que el sol inicia su ocaso para pedir un deseo. Contemplar el atardecer desde Ses Variades se puso de moda gracias a la magnífica labor “de marketing” que llevaron a cabo locales como Café del Mar -el pionero-, Mambo o Savannah, y que han hecho de este fenómeno natural un negocio (también musical) con la edición de discos con mezclas relajantes…
Esta pequeña isla conocida como el último paraíso del Mediterráneo por haber sabido conjugar el turismo con la protección del medio ambiente, sólo se puede alcanzar en barco. Para llegar hasta el puerto de La Savina -la única vía de entrada y salida a la isla- existen varias navieras que realizan trayectos todos los días de la semana con diferente intensidad horaria según la temporada. No hay que perderse esta isla maravillosa de largas playas y mar cristalino gracias a la pradera de posidonia que la rodea, una depuradora natural. Esta selva submarina está declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
¿Cómo llegar?
A la isla se puede acceder por vía marítima o aérea.
En avión: Ibiza tiene su aeropuerto situado en la zona sur de la isla, Sant Josep, en la cual operan numerosas compañías aéreas, muchas lowcost.
En barco: En el puerto de Sant Antoni atracan los barcos de las líneas regulares (Balearia, Iscomar y Acciona) que conectan la isla con diferentes puntos de la península y del archipiélago balear. Las líneas marítimas regulares parten hacia Ibiza desde Barcelona, Valencia, Dénia y Palma de Mallorca.
Cómo moverse en la isla
Con servicios de transporte público (Bus) y privado (Taxis) se puede acceder a la mayoría de los puntos turísticos de interés.
Presentación
Sant Antoni de Portmany es la segunda localidad en importancia de Ibiza, isla perteneciente al archipiélago de las Baleares, en España. Situada en una bella bahía, son proverbiales sus espectaculares puestas de sol, sus bellas playas y su “loco” ambiente en los meses del verano, en los que se triplica su población. Si hasta hace algo más de cincuenta años este pueblo se dedicaba exclusivamente a la agricultura y la pesca, hoy es un importante centro vacacional que recibe turismo de todas partes de planeta y basa su economía en este recurso, ofreciendo excelentes servicios. Además, Sant Antoni es un buen punto para establecer el “campamento base” desde el que conocer las bellezas naturales que toda la isla encierra: sus pueblecitos, sus paisajes, su mar azul turquesa… Un trocito de paraíso en la tierra.
La localidad de Sant Antoni de Portmany pertenece (de mayor a menor) a la comunidad Islas Baleares y a la provincia Islas Baleares.
Visitas destacadas
Rebautizada por los romanos como ‘Portus Magnus’, con ese nombre hacían referencia al puerto natural más grande de Ibiza. De gran belleza, una buena parte de la misma la recorre el Passeg des Fonts, o Paseo Marítimo, donde se desarrolla la vida de la ciudad. Con gran variedad de plantas, enormes fuentes que se iluminan cuando cae la tarde y un ambiente animado las veinticuatro horas del día, el Paseo Marítimo es centro neurálgico en el que se dan cita pintores, artesanos, vecinos y foráneos, y donde se concentra el mayor número de tiendas, bares, terrazas y restaurantes por metros cuadrado. Recorre las playas de s’Arenal y es Pouet hasta llegar al centro cultural Sa Punta des Molí, en el que se levanta el flamante auditorio al aire libre, así como una sala de exposiciones con una variada e interesante oferta cultural. También es el mejor lugar para ver el gran castillo de fuegos artificiales con que se celebra la fiesta de San Bartolomé, el 24 de agosto. Cabe además mencionar el importante puerto de Sant Antoni de Portmany, el más cercano a la península, en concreto a la localidad de Denia. Incluye actividad pesquera, náutico recreativa y mercantil. Desde aquí salen numerosos barcos y excursiones a las playas y calas de toda la isla.
Nada más entrar a la localidad encontramos una escultura que es la tarjeta de presentación de la isla. Se trata de El huevo. Levantado en 1992 para celebrar el Quinto Centenario del descubrimiento de América, recuerda a Cristóbal Colón y apoya la tesis del origen ibicenco del navegante. El huevo, de hormigón armado y seis metros de altura, tiene un hueco en el centro que alberga una réplica en hierro de 2,8 metros de largo de la nave Santa María, cuya proa apunta hacia América. La idea partió del escultor local Antonio Hormigo, el artista y arquitecto Julio Bauzá diseñó el proyecto y forjó la réplica de la Santa María, y Julio Ojeda realizó las maquetas. Además de este icono de la ciudad, el monumento más importante de Ibiza es la Iglesia parroquial de Sant Antoni. El templo, una antigua fortaleza de gruesos muros, fue edificado en el siglo XIV y cuenta con una torre de planta poligonal. Por último, cabe destacar dos monumentos que rinden homenaje a los trabajos tradicionales de Sant Antoni en el pasado reciente y están dedicados al payés, campesino balear, y al pescador.
Sant Antoni tiene muchas y muy variadas playas. Las hay con un multitudinario ambiente festivo y, por supuesto, mucho “tranquilas”, a las que suele ir la población de residentes y familias. Las primeras están volcadas enteramente en un turismo joven, de origen británico en su gran mayoría, que llena de ruido y locura las tardes y las noches playeras. Están situadas en la zona de copas denominada West de Sant Antoni y son la playa de Es Pouet, la playa de Sant Antoni, ambas urbanas, a las que no hay que desplazarse desde el centro y que cuentan con todo tipo de servicios, y en menor medida, la playa de Es Caló des Moro. Si se prefiere disfrutar del mar, del silencio y de la paz de la isla, lo más recomendable es dirigirse a la playa de Cala Gració, que se encuentra casi dentro del núcleo úrbano. Es abrigada, de unos cincuenta metros de largo y con escaso oleaje. Junto a ella está la playa de Cala Gracioneta. Alejadas de complejos hoteleros, son ideales para el baño y el ambiente familiar. También son muy recomendables Cala Salada y su vecina Cala Saladeta. Entre ellas existen unas cuantas playas de dimensiones muy reducidas, solitarias y paradisiacas.
Ibiza en una isla de cuevas y en el municipio de Sant Antoni se encuentran algunas de las más interesantes. De obligada visita es la cueva de Santa Agnés (Santa Inés), catacumba en tiempos del Imperio Romano que servía de refugio a los primeros cristianos. Excavada en la roca, da acceso a la capilla dedicada a la santa. El Acuarium de es Cap Blanc, popularmente conocido como “cova de ses llagostes”, es una preciosa cueva natural con salida al mar, que en el pasado se utilizó como vivero de peces y langostas. Convertida en acuario a finales de los 80, hoy muestra las principales especies del mediterráneo ibicenco y también es utilizada por el Centro de Recuperación de Especies Marinas (CREM), principalmente de tortugas marinas. http://www.aquariumcapblanc.com. La cueva de ses Fontanelles alberga una interesante colección de pinturas rupestres. Situada en una zona escarpada entre sa Forada y el Cap Nono, a la que se accede desde Cala Salada, también recibe el nombre de sa Cova des Vi (cueva del vino), ya que sirvió de bodega. Al interés del lugar se añade el atractivo paraje de acantilados a lo largo de todo el municipio, siguiendo la costa hacia el norte.
Sant Rafel de sa creu y Sant Mateu d’Albarca son dos pueblecitos del municipio que merecen una visita. El primero es el único de la isla declarado ‘Zona de Interés Artesanal’. Como muestra de ello, en Sant Rafel hay infinidad de tiendas donde se pueden adquirir desde las clásicas espardenyes, calzado típico de la isla, a cualquier producto elaborado con técnicas antiguas. Otros alicientes de la visita son su iglesia del siglo XVIII, su gastronomía y las carreras de trotones en su hipódromo. Muy cerca de la población también está la Pou de Forada, en dirección a Santa Agnés. Fechado entre los siglos II aC y I dC, este pozo de gran profundidad rara vez se seca, por lo que era muy utilizado como abrevadero para los animales en tiempos de sequía. Desde Sant Mateu, conocido por su producción de vino, se puede ir hacia Ses Torres d’en Lluc, un yacimiento arqueológico integrado por dos antiguas torres y una muralla medievales. La localidad de Sant Mateu se ha salvado de la vorágine turística: está compuesta por pequeñas plantaciones pegadas unas a otras entorno a la iglesia. Destaca el mirador de Cala d’Albarca, zona formada por pinares que se extienden sobre acantilados de enorme belleza.
Con un paisaje típicamente mediterráneo e inmersa en un fértil valle agrícola, se encuentra la pequeña población de Santa Agnés de Corona, de apenas dos calles. Los alrededores son tierras de cultivo salpicadas de casas payesas. La iglesia, blanca y de una belleza sencilla, se finalizó a principios del siglo XIX. Está rodeada por una plaza que termina en la parte posterior con la entrada al cementerio. Lo más recomendable es visitar Santa Agnés durante el mes de febrero, en el que el valle se cubre de blanco y rosa debido a la floración de los miles de almendros que hay plantados en la zona. ¡Todo un espectáculo!
La importancia de los molinos en la forma de vida de la isla de Ibiza queda demostrada por todos los que aún quedan diseminados a lo largo del territorio. Blancos y magestuosos, la mayoría se han recuperado y sirven como museos o centros de exposiciones. En la bahía de Sant Antoni, en sa Punta des Molí concretamente se halla un importante conjunto de edificios tradicionales, compuesto por un molino centenario, una noria, una sala de exposiciones, una antigua almazara y un auditorio. El Molino de Buenavista fue construido en 1818 y a él acudían todos los vecinos del municipio y de otras localidades para moler trigo y cebada, guisantes, habas o avena para los animales. Está en el Paseo Marítimo, s/n. En verano, abre de 17 a 21 horas.
Se pueden disfrutar, sin duda, desde Ses Variades, un tramo de costa rocosa integrado en el Paseo Marítimo de Sant Antoni. En los bares y terrazas cercanos y en la misma playa se concentran miles de turistas que esperan el momento mágico en el que el sol inicia su ocaso para pedir un deseo. Contemplar el atardecer desde Ses Variades se puso de moda gracias a la magnífica labor “de marketing” que llevaron a cabo locales como Café del Mar -el pionero-, Mambo o Savannah, y que han hecho de este fenómeno natural un negocio (también musical) con la edición de discos con mezclas relajantes…
Esta pequeña isla conocida como el último paraíso del Mediterráneo por haber sabido conjugar el turismo con la protección del medio ambiente, sólo se puede alcanzar en barco. Para llegar hasta el puerto de La Savina -la única vía de entrada y salida a la isla- existen varias navieras que realizan trayectos todos los días de la semana con diferente intensidad horaria según la temporada. No hay que perderse esta isla maravillosa de largas playas y mar cristalino gracias a la pradera de posidonia que la rodea, una depuradora natural. Esta selva submarina está declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
¿Cómo llegar?
A la isla se puede acceder por vía marítima o aérea.
En avión: Ibiza tiene su aeropuerto situado en la zona sur de la isla, Sant Josep, en la cual operan numerosas compañías aéreas, muchas lowcost.
En barco: En el puerto de Sant Antoni atracan los barcos de las líneas regulares (Balearia, Iscomar y Acciona) que conectan la isla con diferentes puntos de la península y del archipiélago balear. Las líneas marítimas regulares parten hacia Ibiza desde Barcelona, Valencia, Dénia y Palma de Mallorca.
Cómo moverse en la isla
Con servicios de transporte público (Bus) y privado (Taxis) se puede acceder a la mayoría de los puntos turísticos de interés.